martes, 22 de junio de 2010

SOLIDARIDAD


Que gran belleza existe en el gesto sencillo de recoger a aquel que se cae, de ofrecer la mano abierta para recibir a otras manos cansadas para asirlas hacia uno y reconfortarlas.

La belleza de sentir en carne propia los cuidados, la ayuda y el apoyo incondicional y desinteresado de otro ser.

Que maravilla descubrir cuando menos te lo esperas y mas lo necesitas que todavía existen personas que se mueven por el impulso de la humanidad bien entendida y el buen hacer y que se ofrecen libremente y por iniciativa propia a ayudar y a socorrer cuando esto es necesario.

Que fantástico el acariciar el gesto de la mirada congraciada al saberse ayudada y protegida y que gran satisfacción la de ayudar, ambos gestos invitan a los participantes a crecer en su conjunto, en su humanidad y mas allá, los invita a entrar en contacto con el ser divino que hay en la otra parte y  fascinarse al comprender que somos un reflejo de ese ser y que en conjunto, ambos somos parte de un todo que nos conforma como seres únicos y exquisitamente incompletos, teniendo únicamente que atravesar la frontera que nos separa de nuestro mundo para alcanzar a todos los demás y entonces  y no antes, crearnos verdaderamente completos.