domingo, 21 de marzo de 2010

LA COMPETITIVIDAD


Así como la madre naturaleza imparte su ley de selección natural para que sean los seres sanos y fuertes los que sobrevivan al entorno, con la única intención de la preservación de las razas mas adaptadas, el modelo de sociedad consumista que se nos ha impuesto a nivel global en nuestras sociedades desarrolladas, ha hecho que potenciemos entre nosotros y entre nuestros hijos desde una muy temprana edad, hasta extremos inimaginables factores de la conducta como la agresividad y la competitividad, con la creencia de que estarán mejor adaptados al modelo de sociedad actual.

De este modo hemos estado separando de una forma muy aseptica los valores con los que se nos educa en nuestra infancia, cultivando el compañerismo, la hermandad, el sentido del compartir, la inhibición de la agresividad y el egoísmo, con los que creemos que se deben ir adquiriendo y potenciando en la etapa preadolescente, adolescente y adulta, en los que priman aspectos como la imagen y el aspecto físico, la capacidad para conseguir todo lo que nos proponemos y a medirnos únicamente por los resultados y beneficios obtenidos, en definitiva,  lograr la máxima realización física en el menor tiempo posible.

En base a esto se han creado iconos de jóvenes multimillonarios con una imagen envidiable seguidos por millones de adolescentes que como ellos, aguardan eclipsados poder repetir el destino de sus ídolos a toda costa, a pesar de que en muchos de estos casos, esta  imagen se haya descubierto totalmente hueca y podrida en su interior por las mas diversas causas, drogas, alcohol...

Pero el ser humano es enormemente versatil y no solo se queda ahí, sino que en base a una escala de valores predeterminada y aplastantemente potenciada por la sociedad global, ha creado un patrón en el que se ha registrado exactamente la perfección y  para ello hace que todos caminemos ciegos hacia la consecución de este sin distinción del género que se tenga, la tendencia natural impuesta es alcanzar la cúspide y el estatus del ser perfecto y de su completa realización física.

Pues bien, esto ha creado un enorme desequilibrio en EL CONCEPTO DEL SER que habita en cada uno de nosotros, haciendo que corran como la pólvora multitud de enfermedades de carácter cada vez menos desconocido, pues cada vez mas, la medicina convencional  se muestra  totalmente superada por la búsqueda del origen de las dolencias cada vez mas frecuentes de tipo psíquico y psicosomático, siendo consciente de que estas provienen de la increíble distancia que existe entre el ser creado por la sociedad y el propio carácter humano que es indivisible de todos y cada uno de nosotros y que para ello este recurriendo cada vez mas a todo tipo de terapias naturales y alternativas puesto que estas se muestran mas efectivas.

Del mismo modo, cada vez son mas las personas que escuchan su fuero interno y se despiertan  mostrándose sensibles a  su  llamada interior y acuden a recibir terapias milenarias que tratan al ser en sus aspectos mas profundos y primigenios tocando conceptos olvidados como el alma o el espíritu y es que no debemos olvidar algo muy importante...


No importa la distancia que exista entre principio y fin pues ambos están ligados íntimamente, por este motivo así como los animales recurren siempre a la naturaleza que los ha creado y que les ha servido el medio en el que existen y conviven, así nosotros cada vez mas recurriremos al núcleo divino que se nos ha servido como matriz de nuestro desarrollo espiritual, íntimamente encajado en nuestro soporte físico, nuestro cuerpo, para que ambos armonicen completamente y será a partir de este punto cuando este se mostrará en  plenitud y armonía consigo mismo y esta se irradiará a todos aquellos que lo rodeen, mostrando todos los valores artificialmente adquiridos como superfluos, pues nosotros al igual que todos los seres creados retornaremos completos al TODO CREADOR en la escala de nuestra continua evolución para alcanzar al fin el reconocimiento y reencuentro con nuestra divina naturaleza.